martes, 11 de noviembre de 2014

Ahora eres poesía.

Eres. O quizás somos.
Partiendo de que no sé nada de nosotros, puedo contarte algún secreto. Puedo contarte diez lunares, o puedo fingir mis nervios. 
No vamos a ninguna parte y es esa incertidumbre la que nos une con más fuerza. Porque este camino no tiene destino, pero la compañía es más que suficiente para seguir recorriéndolo aunque, al final, todo haya sido para acabar donde empezamos, o para acabar en algún que otro lado. Qué más da dónde.

Aunque, supongo que esa es la ventaja de no tener una ruta predeterminada. De no saber exactamente a dónde vamos. Que así nunca nos perderemos, pues solo el que tiene un destino puede perderse. 
Una vez leí que quien escribe las cosas claras pierde la oportunidad de atrapar a quien lo lee, y es cierto. Por eso hoy he encendido este cigarro, para que el humo entorpezca la visión de lo que quiero contarte. 
Y apurando esta calada te cuento que hay noches que sin saber porqué te cuestionas absolutamente todo. Y hoy es una de esas noches. Una de esas noches de verano.
Porque tengo la manía de respetar un hueco en mi cama en el que cabrías perfectamente, aunque sé que al menos hoy, no vendrás.
Porque el saber que no te tengo pero que a la vez sí puede llegar a confundirme un poco. Pero yo no quiero tenerte. Yo quiero que dentro de tu libertad me sigas eligiendo a mi. Y no quiero más futuro que mañana, pero quiero que hoy me digas que mañana seguiré siendo yo y no otro. Que yo no entiendo esa estúpida medida del tiempo, pero si me dan a elegir hoy, me quedo contigo.

Me quedo contigo porque no necesitamos tener las cosas claras. Porque tengo mil porqués que si quieres un día, con más tiempo, y quizás con un café puesto en la mesa de algún bar perdido, te detallaré con más atención.
Porque a parte de esa lista de razones, tengo otras listas distintas de las que nunca te he hablado. Que hay ciertas canciones que llevan tu nombre, y que no hay una sola noche que no aparezcas aunque sea un segundo, entre esos planes que imaginas y que puede que quizás nunca se cumplan. Pero en ello estamos, ¿no?
Que hay gestos tuyos que se reproducen en modo aleatorio en mi cabeza, y ahí están, como en un bucle, que me hace sonreír a veces. Pensarás: '¡Qué estúpido!'. Pero ojalá todas las estupideces sean como esa.
Que hay citas que leo en libros, y que hay versos que encajan a la perfección contigo, y es ahí cuando me voy dando cuenta, de que ya no eres letras desordenadas. Ahora, eres poesía.
Pero dentro de nuestro desorden, y de nuestro orden, hay algo que no cambia: el echarte de menos.
Y es que pueden pasar cinco minutos, como una semana, que ya van asomando las patas las ganas. Esas ganas que me llaman a la puerta, y siempre voy corriendo a abrirla porque es imposible ignorarlas.

Le pido al músico del bar en el que estoy que toque un tema, mientras en una de las servilletas escribo un par de frases que se me han venido a la cabeza.
Y suena el saxofón y el piano, y yo arrugo la tinta hasta hacerla una bola y tirarla al suelo, porque no quiero seguir escribiendo, porque ya no tengo más qué decir.
Porque falta tu pelo en la escena, y falta que llenes el sitio opuesto al mío.
Que me saques una de esas conversaciones que se acaban entre miradas a la nada, y que luego vuelven sin preguntar en qué hemos estado pensando en esos segundos de descanso que nos damos, casi sin querer.
Si tenemos fecha de caducidad no me la digas, que no quiero saberla, me gusta más lo de vivir al segundo, y en este segundo lo que cuenta, es que tu mirada ahora busca la mía, y que mis manos prefieren pasear entrelazadas a las tuyas.
Me queda tanto por saber de ti, y aún así no será ni la mitad de lo que no llegue a saber nunca. Pero no importa, ese misterio es el que atrapa, y esos son los detalles de los que poco a poco nos daremos cuenta que nos tienen atados de una u otra manera.
Me pido algo, porque ya voy a dejar de escribir. Y espero al camarero antes de poner cualquier punto y final. Espero, solo para decirte, que ahora vuelvo a creer en la magia, y que para mi ahora, la magia, eres tú.