Quizás es que sea demasiado exigente... aunque prefiero
seguir pensando que aún nadie ha conseguido que dejen de importarme mis exigencias.
Que tenga que romper todos esos requisitos porque he encontrado en alguien que
no cumple ninguno de ellos, todo lo que buscaba. Por ejemplo, alguien que
consiga que me quede aún cuando había prometido irme.
A veces esperamos demasiado a que lleguen ciertas cosas.
Otras, por no esperar, perdemos lo que llegaría más tarde. Por eso no sabemos
muy bien cuándo, qué y a quién esperar. Y por eso también, nos equivocamos tanto
eligiendo cuándo, qué y con quién hacerlo.
No sé si os ha pasado eso de que os volvéis inconformistas
conforme más tenéis. O de que, de repente, te das cuenta de que aún nadie ha
conseguido llegar y romper todos esos esquemas que guardamos con un cierto
orden dentro de nosotros. Un orden que deseamos romper.
Porque a veces romper con algo nos hace sentirnos libres.
Pero la sensación de libertad es más bonita cuando se siente con alguien. Por
eso nunca me gustaron las ataduras. Por eso tiendo a dar a elegir y no a
exigir. En el momento en que exiges algo a la otra persona, corrompes su propia
personalidad. Le arrebatas libertad. Y las cosas más importantes de la vida han
de decidirse libremente.
Por eso esperas a que te elijan sin que tú hayas elegido primero.
Porque no puede haber algo más delatador que escoger sin saber si también
estarían dispuestos a escogerte a ti. Arriesgarte por alguien.
Pero hay que estar muy loco para arriesgarse por alguien. O
hay que tenerlo muy claro. y yo últimamente ando casado con la duda. Pero es
justo eso lo que me hace darme cuenta de mi inconformismo. Si lo tuviese claro,
ya estaría conforme.
Y no sé si os ha pasado que tenéis algo tan claro que lo
utilizáis como varilla de medir. Y entonces sabéis lo que queréis cuando lo
sentís de esa manera. Pero no encontrar el qué o el quién te haría apostarlo
todo a una, te hace plantearte si es posible encontrar eso que buscas, o si
pusiste la meta demasiada alta.
Quizás sea verdad eso de que los soñadores morirán solos.
Pero me niego a rendirme en mis aspiraciones. Aspiraciones que quizás sean
suicidas, pero de algo hay que morir.
Y no temes a la soledad, porque no hay peor sensación que
sentirte solo estando acompañado. Paciencia la habrá hasta el momento en que la
prisa y el tiempo me recuerde que se van acabando las opciones. Opciones que empiezan
a limitarse, y entonces hay que decidirse por ciertos caminos.
Pero mientras tanto sigo andando atento en las esquinas. Por
si giré y no te vi. Por si andabas escondida o yo miraba a otra parte. O mejor
dejar de buscar. Porque al fin y al cabo, solo buscamos ser encontrados.