Ayer fui a un concierto sin música. Recuerdo que llovía sin que cayese ninguna gota del cielo. La gente de mi alrededor me miraba pero allí todos eran ciegos. Había un mudo tratando de gritar. Y un sordo que pedía más canciones mientras miraba al escenario vacío. Recuerdo que te busqué pero no estabas. Que anduve pisando los charcos ya secos de la tormenta que no mojaba. Que sostenía una botella de champán vacía, y, que a veces, inconscientemente, trataba de darle un trago. Pensarás que estoy loco. Y puede que tengas razón. O puede que te llevaras también mi cordura contigo. Ya no sé que te dejaste, ni tampoco que se quedó.
Me da miedo mirarme al espejo y no verte detrás haciendo alguna tontería. Me da miedo que no desordenes mis cosas y, que cuando llegue a casa, esté todo en "orden". Yo prefiero tu caos.
Me da miedo que tu mirada se cruce con la mía y no haya una arruga en tus párpados antes del primer parpadeo. Que tu silla esté vacía, que la televisión no esté puesta con tu serie favorita. Que me llenes la cabeza de planes imposibles que siempre acaban perdiendo las dos primeras letras de su adjetivo, porque los hacemos. Tengo miedo si no me sorprendes justo cuando la inspiración había llegado, si no me molestas, si no me haces llegar tarde a cualquier lado.
Y no te confudas, que la soledad no me asusta. Solo me da miedo que tú no estés y que ya no sea yo el que te está esperando.
Tú sabes hacerme fuerte y frágil a la vez. Tú me has enseñado a imaginar sin cerrar los ojos, a jugar al escondite con la felicidad y siempre acabar encontrándonos, incluso en un simple roce de mejillas.
Cualquier ciudad de tu mano se convierte en París, y ahora me da miedo que algún día vaya a París sin ti y me parezca que es una ciudad cualquiera.
He descubierto contigo cientos de constelaciones y no me ha hecho falta mirar al cielo; me valían tus lunares. Por eso tengo miedo. Porque contigo me siento en las nubes y me da vértigo si pienso en las dudas que pueden hacer que caigamos. En un desliz de madrugada. En otros labios. En otras manos.
Ayer fui a un concierto. Recuerdo que llovía y la lluvia calaba por mi cuerpo. La gente de mi alrededor no se percataba de que a su lado había alguien que no paraba de mirar a todos lados. Recuerdo que te busqué, pero no estabas. Que anduve pisando los charcos mientras la tormenta no arreciaba. Que sostenía una botella de cristal llena de cerveza y del agua de lluvia que se colaba. Recuerdo que el escenario se empapaba, y que de repente apareciste tú, con esa sonrisa que parece pintaba, preguntándome "¿Dónde estabas?".