viernes, 16 de septiembre de 2011

.


Antes de que tires la carta sin apenas leer esta primera línea, me gustaría pedirte que continúes leyendo…
Me ha costado mucho encontrar el valor para escribirte, créeme, y creía que sería más fácil de lo que ahora mismo me está pareciendo.
Quizás ya la hayas tirado, pero seguiré escribiendo,por si cabe esa posibilidad de que aún permanezcas con este papel que te has encontrado en el bolsillo de tu chaleco negro, que te sienta tan bien.
No pienses que soy ningún loco ni nada por el estilo, tan sólo soy ese chico de ojos marrones con tonos verdes, que se cruza contigo cada día, a las tres, después de clase, y que sigue fijándose en ti, cada día, intentando parar esos pequeños segundos que tardas en pasar la parada del autobús, dejando ese olor a coco, que se queda conmigo hasta que llego a casa…
La primera vez que te vi, que te cruzaste conmigo, me miraste, y cuando tu mirada se cruzó con la mia bajaste la cabeza, rápidamente. Soy de esos que no creen en eso del amor a primera vista, y lo que sentí aquella vez no fue exactamente amor, pero fue algo, pasó rápido, pero permaneció conmigo, como lo hace tu olor a coco, haciendo pensar en ello y perdiéndome en ese instante, aunque fuese en una décima de segundo.
Bueno, tampoco pretendo aburrirte, contando esto que quizás, ni te importe, pero quería que supieras, que consigues despertar en mi un sentimiento, que nadie l había hecho jamás, y ni siquiera he escuchado tu voz. Como dije antes, no es amor, pero es algo, y eso es suficiente.
Seguramente estarás llegando a casa, leyendo esto, o estas líneas estarán descansando en la papelera más cercana que te hayas encontrado, no obstante, mañana, cuando vuelvas a pasar por la parada, seguiré estando ahí, esperando a que ocurra, a que llegue ese segundo, esos segundos donde te veo aparecer, y te cruzas conmigo, tan bonita como siempre.
Si decides buscarme con la mirada, la mia estará pendiente de encontrarse con la tuya, de lo demás, que se encargue el destino, o lo que sea que hizo que cada día, te cruces conmigo…
Attm: El chico de la parada.

sábado, 3 de septiembre de 2011

¿Dónde estás?

Estoy cansado de llegar a mi cuarto, tumbarme, y abrazarme a nada, a un hueco de aire que se forma a mi alrededor. De pegarme a la pared, intentando tocar algo que no sea eso, aire. De poner la almohada vertical y abrazarla pensando en esa persona que debería estar en su lugar.
Veo, pienso,... Necesito tardes contigo, donde de igual todo, que sólo el estar juntos importe. De hacernos fotos, de hacer tonterías, de picarte y que tú me piques a mi, de ponerte celosa y que tú te pongas celosa también, tardes, eh, como decirlo,... Tardes que cuando llegas a casa las rebobinas en tu mente y sonríes al hacerlo.
Necesito estar contigo, aunque sea haciendo nada, pero que estés cerca, que me cuentes tus cosas, que me escuches, que me aconsejes y me hagas reír cada día más. Que cuando te llame escuche tu voz detrás del altavoz, no ese estúpido mensaje de apagado o fuera de cobertura.
Que te pongas mi camiseta, y te quede enorme y te rías al verte en el espejo, y yo te abrace por detrás y te diga que te queda muy bien... No sé, cosas, momentos, sensaciones, llámalo como quieras, el nombre es lo de menos.
Que me des la mano y me mires con una sonrisa, con tu sonrisa, que vayamos al fin del mundo, que hagamos un viaje, aunque sea a cien metros de distancia de donde estemos, pero ese será nuestro viaje.
Pero, ¿Dónde estás?¿ Existes, de verdad? ¿Estás ahí, eres capaz de hacer todo esto? No lo sé, no lo puedo saber, no sé ni si eres la persona en la que estoy pensando, no sé nada nada más, sólo que antes de ayer, ayer, hoy, y seguramente mañana seguiré tumbándome en la cama, y diciéndome: ¿Dónde estás?