martes, 21 de febrero de 2012

-elicidad.

"Querida F____________:

Te cuento, que desde hace unos días las cosas parecen ir a peor, y esto de que no cambien me asusta... 
Como a coincidido con tu repentina marcha, me pregunto si por algún caso, te vendría bien volver, regresar otra vez. 
Sin irnos más lejos, recuerdo que ayer tuve otra de esas conversaciones con el techo, la almohada y la sufrida pared, pobre pared... Creo que ella es la primera que quiere que vuelvas, por su bien claro. Entre mi confundida mente pasaban cien mil cosas, y de esas cien mil, noventa mil eran los problemas de siempre, y el resto los que ahora están surgiendo desde hace eso, unos días o así hacia acá, hasta hoy. Ya sabes, esas cosas en las que piensas casi sin querer, y que no te dejan dormir, todo el rato dándole vueltas y vueltas y más vueltas, las mismas que doy yo entre las sábanas mientras busco un pensamiento con el que me pueda relajar y conseguir dormirme un poco. Y bueno, al final ya sabes, paseos al baño a lavarme la cara, a la cocina a beber algo de agua, al salón a ver esas series cutres que echan para rellenar la programación de la madrugada, si es que no sale algún que otro anuncio porno o programa de tarot, claro. Aunque, lo peor es cuando levantas la cabeza, y ves esos dígitos fosforescentes indicando la misma hora de todas las noches, ese maldito cuatro, sí, las cuatro de la madrugada... Muy temprano para los sábados, ¿pero para un lunes? Para un lunes esa hora es matadora si cuando llega aún no has conseguido pegar ojo. Ese tic-tac constante, que no cesa, que no para, que se mete en tus oídos y parece que se queda a dormir también contigo... bueno, ¿dormir? ojalá... ojalá durmiese.
Y bueno, también te cuento que antes de ayer, o quizás el anterior, vino y al principio dijo que sólo era para hablar pero... ¿Sabes ya quién vino  y qué es lo que pasó no? ¿Te lo imaginas? Sí, se que lo sabes, y sí, volvimos a acabar chillándonos, aunque está vez no hubo ese polvo de reconciliación que suele proseguir después de nuestras peleas, ella dijo adiós, y ni sirvió esos besos por el cuello, ni esa frase que siempre conseguía ablandarla ante sus enfados; no funcionó, y  cuando cerró la puerta, supe que esas mismas manos que la acababan de cerrar, no la volverían a abrir, al menos por un tiempo.
Así que ya ves, las cosas no están bien, y podría estar rencoroso contigo porque que te fueras así, tan rápido, sin decir nada ni dar una sola explicación,... Para empezar es de tener muy poca educación, y para seguir,...joder... Es que me has dejado tan, ¡tan jodido! Todo ha venido de repente, sin esperármelo. Un mal día lo tiene cualquiera, y te acuestas pensando, "mañana al despertar, todo habrá pasado". Pero llega ese mañana y todo está igual, todo sigue desordenado, sin pies ni cabeza, y nada se arregla,... Me sigo despertando y sigo viendo todo tan negro, que ni encendiendo la luz ni abriendo todas las persianas consigo ver algo más claro,... Me faltan ganas, optimismo ilusión por las cosas,...
 me faltas tú.
Si te apetece quedar, para hablar y eso, ya sabes donde vivo, y si te quedases, no sabes cuánto te lo agradecería... Te seguiré esperando cada mañana, por si llega ese día en el que me despierte y todo esté como antes."
Fdo: -elicidad

miércoles, 1 de febrero de 2012

1 de febrero. Cuéntame un cuento.

- ¿Y qué historia traes para contarnos hoy?
+ Hoy había pensado en contaros una historia, pero no cualquiera, una historia real, que ocurrió de verdad y por eso es más especial... Sí, lo recuerdo perfectamente...
"Correría la primera semana de las vacaciones de navidad, hacía un frío terrible. La humedad se estampaba con los cristales dejando caer gotas, que iban deslizándose hasta precipitarse de las ventanas al vacío. Con este panorama, no era de extrañar las pintas que llevaba él... chaquetón, con la cremallera hasta arriba, una bufanda de estas que abrigan, que parecía ser hecha completamente por su abuela, aquel gorro y esos guantes que no se había quitado en todo el viaje. Cuando tocó el suelo, y como suelo me refiero a uno que fuese distinto al del autocar en el que había pasado toda la tarde viajando, tomó esa maleta pesada, y caminó mirando atento cada calle, su destino no tendría que estar muy lejos de la parada. Suspiraba a veces, y con su suspiro forma una nube de vapor, que se difuminaba al segundo. Frotaba a menudo las manos sin dejar de soltar aquel mapa callejero con el que intentaba guiarse; se sentía estúpido, aquel pueblo, tan pequeño y que le resultaba tan familiar, y no era capaz de encontrar una simple calle que no debería estar a más de unos cuantos metros de donde estaba situado en aquel momento. Continúo andando, y se sintió aliviado al ver aquel letrero, que indicaba la calle que había estado buscando desde hacía ya unos diez minutos. Fue pasando casa por casa, puerta por puerta buscando el número en el que debería de pararse; hasta que lo encontró. Soltó aquella maleta, que empezaba a resultar un incordio, y sin quitarse el guante de su mano derecho, tocó dos veces el timbre. Tosió un par de veces y se ajustó bien la cremallera de su chaquetón mientras esperaba que le abriesen.
- ¿Sí?
+ Buenas noches, es aquí dónde ofrecen apartamentos por dos noches?
- Sí, bueno, no son apartamentos, directamente es mi casa, pero alquilo habitaciones. Pasa.

La chica hizo que él entrase, y éste lo hizo rápidamente. Al entrar, la sensación de frío intenso se apagó, y se sintió muy agusto allí dentro, sin que persistiese ese incómodo frío.Dejó las cosas y se deshizo del aparatoso chaquetón. Se quitó la bufanda y los guantes.
- Tal como subes, vas directamente recto, y en la primera puerta, allí es.

Llegó a la habitación, y allí estaba ella, fue entonces cuando se fijó...
Aquella chica, le llamó muchísimo la atención, le recordaba tanta a cierta persona...
Se presentaron, y en el momento de hacerlo fue cuando se disiparon todas sus dudas. Aquella noche, él no dejaba de mirarla. Durante la cena, se entretuvieron en contarse cosas sobre ellos mismos, y comprobaron que en muchas cosas, eran iguales o muy parecidos. Aunque cada cosa que se contaban, parecía que ya las supiesen anteriormente, como sí ya se conociesen. Ella también lo miraba a él de vez en cuando, y a ambos se les escapaba esa sonrisa, la misma, que haría unos diez años, les unió.
Ambos sentían esa sensación, eso de que ya se conocían de algo, pero que coincidencia, que fuese allí, justo en aquel pueblo y sin haberse citado, completamente de improvisto. Estaría cerca de llegar la media noche, y seguían ellos dos como tontos hablando y hablando, y riéndose por las cosas que se iban contando. Habían cambiado por fuera, físicamente, diez años son diez años... ¿Pero por dentro? Seguían siendo unos enanos, seguían siendo los mismos. Él estaba tumbado en el sofá, cerca de la chimenea, y ella estaba sentada en el sillón contiguo. Con cada minuto, lo tenían más claro, para él era ella, para ella, era él.
La conversación entre los dos parecía no tener fin, y entonces llegaron a aquel tema, y empezaron a hablar no del presente, si no del pasado. Ambos recordaban cien mil y un momentos divertidos, dignos de contar, y cien mil anécdotas, y curiosidades, y experiencias,... Pero la única vez que aquella habitación se quedó en completo silencio fue cuando a ella se le escapó su nombre,... y él la miró, levantando la cabeza del reposa-brazo del sofá, y sentándose finalmente hasta ponerse al lado de ella. Quizás aquellos segundos, se hicieron más largos de los que realmente fueron, y sus miradas se cruzaron a muy pocos centímetros, como antes, pero finalmente se separaron, y ella propuso irse ya a dormir.
Subieron las escaleras, y llegaron a la habitación. Era una cama acompañada de otra que hacía de suplemento, colocada abajo de esta. Parecía que la de arriba ya la había cogido ella,tenía un pequeño peluche apoyado en la almohada, así que sin preguntar más, se fue al baño a cambiarse después de que lo hiciera ella,  y se acostó en la de abajo. Ella apagó las luces, y entre la oscuridad, ambos ojos seguían abiertos. Él se tapó hasta arriba, y ella hizo lo mismo. Se movían constantemente, buscando una posición en la que estuvieran cómodos, pero con aquellos pensamientos y aquellos recuerdos que no cesaban, era prácticamente imposible dormir, y menos sabiendo que estaban uno prácticamente al lado del otro. Habrían pasado unos diez minutos desde que se acostaron, cuando la mano de ella se dejó caer por el frontal de la cama. Los ojos de él ya se habían acostumbrado un poco a la oscuridad, y pudo ver con claridad la sombra de sus dedos y su brazo, que colgaban desde la cama superior. Levantó el brazo y puso su mano muy cerca de la de ella, pero sin llegar a tocarla; no sabía si estaba dormida o no. Respiraba muy lento, y seguía contemplando aquella silueta. Acercaba cada vez un poco más la mano, hasta el punto de que se rozaron. La piel de él se encontró con una vieja amiga, y ambos, sintieron algo inexplicable, fue una especie de deja-vu, eso ya lo habían vivido, aunque no de aquella forma ni en aquella situación. De pronto la mano de ella se abrió, y el terminó cogiéndosela.  No sabían muy bien que estaban haciendo, pero permanecieron unos minutos de la mano"

- ¿Y qué pasó al final?
+ jajaja, ay pequeño, el final es lo mejor. Amanecieron abrazados, como siempre habían pensado.

En busca de lo increíble

"Diciembre, querido y frío diciembre,...
Te cuento que estaba sentado frente al ordenador como otra noche más de otra agobiada semana de cinco días, porque los otros dos, pasan tan rápido que casi ni me da tiempo a percibirlos, ni a contarlos.
Por lo que veo desde la ventana debe de hacer frío, aunque no lo siento, es más, diría que tengo algo de calor.
Encerrado en mi mundo me ha dado por escribir, y por qué no, me ha dado por pensar en esas cosas que nos hacen sentir mejores personas, que nos hacen tener ese cosquilleo seguido de una mirada, o que nos hacen seguir buscando más cosas increíbles, que nos hagan sentir momentos increíbles.
Ordenando la habitación más alta de mi mente, se me ha venido a la cabeza tu sonrisa. Es curioso, esperaba encontrarme otras cosas pero sin embargo lo primero me ha llegado al abrir esa pequeñita puerta que separa mis recuerdos de todo lo demás, me ha llegado tu imagen, tu imagen sonriendo. He pensado en abrir otra puerta, pero no, me sentía cómodo viéndote sonreír, y he decidido quedarme unos segundos más en el mismo lugar, imaginándote. 
Mientras mi subconsciente te proyectaba, estaba planteándome la idea de convertirme de una vez, en la persona que tanto un día decidiste buscar, o que quizás hoy pienses que es la ideal, pero he llegado a la conclusión de que sería un acto completamente idiota por mi parte, porque por poder, Podría convertirme en lo que dices estar buscando, pero perdería lo que soy y de quien un día, en silencio te enamoraste.