+ Hoy había pensado en contaros una historia, pero no cualquiera, una historia real, que ocurrió de verdad y por eso es más especial... Sí, lo recuerdo perfectamente...
"Correría la primera semana de las vacaciones de navidad, hacía un frío terrible. La humedad se estampaba con los cristales dejando caer gotas, que iban deslizándose hasta precipitarse de las ventanas al vacío. Con este panorama, no era de extrañar las pintas que llevaba él... chaquetón, con la cremallera hasta arriba, una bufanda de estas que abrigan, que parecía ser hecha completamente por su abuela, aquel gorro y esos guantes que no se había quitado en todo el viaje. Cuando tocó el suelo, y como suelo me refiero a uno que fuese distinto al del autocar en el que había pasado toda la tarde viajando, tomó esa maleta pesada, y caminó mirando atento cada calle, su destino no tendría que estar muy lejos de la parada. Suspiraba a veces, y con su suspiro forma una nube de vapor, que se difuminaba al segundo. Frotaba a menudo las manos sin dejar de soltar aquel mapa callejero con el que intentaba guiarse; se sentía estúpido, aquel pueblo, tan pequeño y que le resultaba tan familiar, y no era capaz de encontrar una simple calle que no debería estar a más de unos cuantos metros de donde estaba situado en aquel momento. Continúo andando, y se sintió aliviado al ver aquel letrero, que indicaba la calle que había estado buscando desde hacía ya unos diez minutos. Fue pasando casa por casa, puerta por puerta buscando el número en el que debería de pararse; hasta que lo encontró. Soltó aquella maleta, que empezaba a resultar un incordio, y sin quitarse el guante de su mano derecho, tocó dos veces el timbre. Tosió un par de veces y se ajustó bien la cremallera de su chaquetón mientras esperaba que le abriesen.
- ¿Sí?
+ Buenas noches, es aquí dónde ofrecen apartamentos por dos noches?
- Sí, bueno, no son apartamentos, directamente es mi casa, pero alquilo habitaciones. Pasa.
La chica hizo que él entrase, y éste lo hizo rápidamente. Al entrar, la sensación de frío intenso se apagó, y se sintió muy agusto allí dentro, sin que persistiese ese incómodo frío.Dejó las cosas y se deshizo del aparatoso chaquetón. Se quitó la bufanda y los guantes.
- Tal como subes, vas directamente recto, y en la primera puerta, allí es.
Llegó a la habitación, y allí estaba ella, fue entonces cuando se fijó...
Aquella chica, le llamó muchísimo la atención, le recordaba tanta a cierta persona...
Se presentaron, y en el momento de hacerlo fue cuando se disiparon todas sus dudas. Aquella noche, él no dejaba de mirarla. Durante la cena, se entretuvieron en contarse cosas sobre ellos mismos, y comprobaron que en muchas cosas, eran iguales o muy parecidos. Aunque cada cosa que se contaban, parecía que ya las supiesen anteriormente, como sí ya se conociesen. Ella también lo miraba a él de vez en cuando, y a ambos se les escapaba esa sonrisa, la misma, que haría unos diez años, les unió.
Ambos sentían esa sensación, eso de que ya se conocían de algo, pero que coincidencia, que fuese allí, justo en aquel pueblo y sin haberse citado, completamente de improvisto. Estaría cerca de llegar la media noche, y seguían ellos dos como tontos hablando y hablando, y riéndose por las cosas que se iban contando. Habían cambiado por fuera, físicamente, diez años son diez años... ¿Pero por dentro? Seguían siendo unos enanos, seguían siendo los mismos. Él estaba tumbado en el sofá, cerca de la chimenea, y ella estaba sentada en el sillón contiguo. Con cada minuto, lo tenían más claro, para él era ella, para ella, era él.
La conversación entre los dos parecía no tener fin, y entonces llegaron a aquel tema, y empezaron a hablar no del presente, si no del pasado. Ambos recordaban cien mil y un momentos divertidos, dignos de contar, y cien mil anécdotas, y curiosidades, y experiencias,... Pero la única vez que aquella habitación se quedó en completo silencio fue cuando a ella se le escapó su nombre,... y él la miró, levantando la cabeza del reposa-brazo del sofá, y sentándose finalmente hasta ponerse al lado de ella. Quizás aquellos segundos, se hicieron más largos de los que realmente fueron, y sus miradas se cruzaron a muy pocos centímetros, como antes, pero finalmente se separaron, y ella propuso irse ya a dormir.
Subieron las escaleras, y llegaron a la habitación. Era una cama acompañada de otra que hacía de suplemento, colocada abajo de esta. Parecía que la de arriba ya la había cogido ella,tenía un pequeño peluche apoyado en la almohada, así que sin preguntar más, se fue al baño a cambiarse después de que lo hiciera ella, y se acostó en la de abajo. Ella apagó las luces, y entre la oscuridad, ambos ojos seguían abiertos. Él se tapó hasta arriba, y ella hizo lo mismo. Se movían constantemente, buscando una posición en la que estuvieran cómodos, pero con aquellos pensamientos y aquellos recuerdos que no cesaban, era prácticamente imposible dormir, y menos sabiendo que estaban uno prácticamente al lado del otro. Habrían pasado unos diez minutos desde que se acostaron, cuando la mano de ella se dejó caer por el frontal de la cama. Los ojos de él ya se habían acostumbrado un poco a la oscuridad, y pudo ver con claridad la sombra de sus dedos y su brazo, que colgaban desde la cama superior. Levantó el brazo y puso su mano muy cerca de la de ella, pero sin llegar a tocarla; no sabía si estaba dormida o no. Respiraba muy lento, y seguía contemplando aquella silueta. Acercaba cada vez un poco más la mano, hasta el punto de que se rozaron. La piel de él se encontró con una vieja amiga, y ambos, sintieron algo inexplicable, fue una especie de deja-vu, eso ya lo habían vivido, aunque no de aquella forma ni en aquella situación. De pronto la mano de ella se abrió, y el terminó cogiéndosela. No sabían muy bien que estaban haciendo, pero permanecieron unos minutos de la mano"
- ¿Y qué pasó al final?
+ jajaja, ay pequeño, el final es lo mejor. Amanecieron abrazados, como siempre habían pensado.
- ¿Sí?
+ Buenas noches, es aquí dónde ofrecen apartamentos por dos noches?
- Sí, bueno, no son apartamentos, directamente es mi casa, pero alquilo habitaciones. Pasa.
La chica hizo que él entrase, y éste lo hizo rápidamente. Al entrar, la sensación de frío intenso se apagó, y se sintió muy agusto allí dentro, sin que persistiese ese incómodo frío.Dejó las cosas y se deshizo del aparatoso chaquetón. Se quitó la bufanda y los guantes.
- Tal como subes, vas directamente recto, y en la primera puerta, allí es.
Llegó a la habitación, y allí estaba ella, fue entonces cuando se fijó...
Aquella chica, le llamó muchísimo la atención, le recordaba tanta a cierta persona...
Se presentaron, y en el momento de hacerlo fue cuando se disiparon todas sus dudas. Aquella noche, él no dejaba de mirarla. Durante la cena, se entretuvieron en contarse cosas sobre ellos mismos, y comprobaron que en muchas cosas, eran iguales o muy parecidos. Aunque cada cosa que se contaban, parecía que ya las supiesen anteriormente, como sí ya se conociesen. Ella también lo miraba a él de vez en cuando, y a ambos se les escapaba esa sonrisa, la misma, que haría unos diez años, les unió.
Ambos sentían esa sensación, eso de que ya se conocían de algo, pero que coincidencia, que fuese allí, justo en aquel pueblo y sin haberse citado, completamente de improvisto. Estaría cerca de llegar la media noche, y seguían ellos dos como tontos hablando y hablando, y riéndose por las cosas que se iban contando. Habían cambiado por fuera, físicamente, diez años son diez años... ¿Pero por dentro? Seguían siendo unos enanos, seguían siendo los mismos. Él estaba tumbado en el sofá, cerca de la chimenea, y ella estaba sentada en el sillón contiguo. Con cada minuto, lo tenían más claro, para él era ella, para ella, era él.
La conversación entre los dos parecía no tener fin, y entonces llegaron a aquel tema, y empezaron a hablar no del presente, si no del pasado. Ambos recordaban cien mil y un momentos divertidos, dignos de contar, y cien mil anécdotas, y curiosidades, y experiencias,... Pero la única vez que aquella habitación se quedó en completo silencio fue cuando a ella se le escapó su nombre,... y él la miró, levantando la cabeza del reposa-brazo del sofá, y sentándose finalmente hasta ponerse al lado de ella. Quizás aquellos segundos, se hicieron más largos de los que realmente fueron, y sus miradas se cruzaron a muy pocos centímetros, como antes, pero finalmente se separaron, y ella propuso irse ya a dormir.
Subieron las escaleras, y llegaron a la habitación. Era una cama acompañada de otra que hacía de suplemento, colocada abajo de esta. Parecía que la de arriba ya la había cogido ella,tenía un pequeño peluche apoyado en la almohada, así que sin preguntar más, se fue al baño a cambiarse después de que lo hiciera ella, y se acostó en la de abajo. Ella apagó las luces, y entre la oscuridad, ambos ojos seguían abiertos. Él se tapó hasta arriba, y ella hizo lo mismo. Se movían constantemente, buscando una posición en la que estuvieran cómodos, pero con aquellos pensamientos y aquellos recuerdos que no cesaban, era prácticamente imposible dormir, y menos sabiendo que estaban uno prácticamente al lado del otro. Habrían pasado unos diez minutos desde que se acostaron, cuando la mano de ella se dejó caer por el frontal de la cama. Los ojos de él ya se habían acostumbrado un poco a la oscuridad, y pudo ver con claridad la sombra de sus dedos y su brazo, que colgaban desde la cama superior. Levantó el brazo y puso su mano muy cerca de la de ella, pero sin llegar a tocarla; no sabía si estaba dormida o no. Respiraba muy lento, y seguía contemplando aquella silueta. Acercaba cada vez un poco más la mano, hasta el punto de que se rozaron. La piel de él se encontró con una vieja amiga, y ambos, sintieron algo inexplicable, fue una especie de deja-vu, eso ya lo habían vivido, aunque no de aquella forma ni en aquella situación. De pronto la mano de ella se abrió, y el terminó cogiéndosela. No sabían muy bien que estaban haciendo, pero permanecieron unos minutos de la mano"
- ¿Y qué pasó al final?
+ jajaja, ay pequeño, el final es lo mejor. Amanecieron abrazados, como siempre habían pensado.
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