sábado, 20 de agosto de 2011

El amor, como un yoghurt.

Una vez pensando decidí comparar el amor, con un yoghurt. 
El amor, es como los yoghures; Tiene un envase. Ese envase es de plástico fino, ya que es muy fácil de traspasar y de romper, aunque mientras nadie se esfuerce en hacerlo, seguirá cerrado. Dentro de ese envase, permanece la esencia, el yoghurt. Hasta que nadie lo abra, nadie se dará cuenta de cómo es. Puede ser blanco, cremoso, casi siempre igual, aunque de la persona que lo abra depende también de que a ese yoghurt le echen azúcar, o se lo coman, dejándo el envase vacío, como cuando nos dejan sin sentimientos. Realmente tú no eliges quien va a abrir ese yoghurt. Cuando menos te lo esperas, aparece. Entonces, puede que lo tome con delicadeza, o lo utilice bruscamente. Puede que tenga cuidado, y abra ese frágil papel lentamente. Que utilice una cuchara, y que lo mueva con delicadeza, sin llegar a revolverlo todo. Puede ser que cargue la cuchara al máximo, y que se esfuerce por reservar todo el yoghurt, para toda la vida, quitando toda fecha de caducidad...
Pero también puede ocurrir lo opuesto. Puede que coja ese yoghurt con fuerza, que lo apriete entre sus manos, dejando sin aire al contenido. Puede que rompa ese papel que lo envuelve, y no utilice ni cuchara. Que mueva el yoghurt hasta hacerlo completamente líquido, y se lo beba de un trago, arrugando el envase y tirándolo a la basura, sin importarle nada.
Cuando esto pasa, ese yoghurt que en un principio permanecía cerrado, esperando a esa persona que lo abriese como en el primer caso, se sienta mal, que sienta dolor, rabia, que le duela por dentro... Puede que jure no volver a dejarse abrir, o puede colocarse en aquella bandeja del frigo que nadie mira, para no ser vista, y así, que no le hagan daño.
Le pueden pasar tantas cosas a ese yoghurt,... Y la cuestión es que todo depende de esa persona, que abre el frigorífico, y se fija en él, el yoghurt no tiene culpa de no poder elegir quien lo escoge, el yoghurt no tiene culpa, al igual que el amor tampoco, cuando alguien aparece y nos roba nuestro interior, sin pedirnos permiso,... Cuando nos damos cuenta de que esa persona no es la correcta ya es tarde, y quizás aquel yoghurt, ya está reposando en algún cubo de basura, con el resto de yoghures en la misma situación.
La próxima vez que abras el frigorífico, una tarde aburrido, con ganas de picar algo... y veás ese yoghurt, piensa si realmente merece la pena cogerlo y abrirlo, vaciándolo, porque simplemente te ha entrado un antojo, o porque realmente, quieres que ese yoghurt, dure para siempre.

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