Cerré la maleta, con esfuerzo. La cogí y bajé las escaleras, contando cada escalón con la mente.
Abrí la puerta y salí a la calle, coloqué todo y arranqué.
No quise mirar atrás, no quise volver la vista hacia atrás, y ver todo aquello que veía todos los días.
Hoy quería irme, escaparme, volar, perderme,no pensar, no tener límites, sobrepasar todo,..
Me coloqué el casco, aceleré, y levante la visera para sentir una corriente de aire en la cara. no iba a seguir ninguna señal, no iba a recorrer carreteras conocidas, iba a romper la rutina, a romper lo de siempre, iba a olvidarme de todos mis problemas y romper mis propios pensamientos, que me hacían no ver más que mi egoísmo...
Recorría un kilómetro al ritmo que olvidaba una preocupación; Me sentía libre por primera vez en mucho tiempo, los complejos se quedaron atrás mordiendo el polvo, y las lágrimas de ayer salieron por el tubo de escape en forma de humo, quemando la tristeza.
Aceleré, y me dio igual todo, sonreí y grité al mismo tiempo, mientras seguía avanzando más y más, perdiendo la loción del tiempo, de la distancia, del destino... No iba a ningún sitio y podría aparecer en cualquier parte.
Y es que hay veces que desconectar está bien, cambiar de canal, cambiar de ¨chip¨, de manías, cambiar al polo opuesto, ir en dirección contraria sin miedo a chocarte, pero siempre sin hacer daño a los demás.
Mientras seguía cabalgando la carretera, me perdía en el paisaje, no sabía donde estaba, pero aquello era precioso. Ya había repostado dos veces y seguía allí, montado sobre dos ruedas, haciendo kilómetros sin destino ni rumbo, por rutas desconocidas...
(2ª)
Seguía avanzando, al igual que avanzaba el día, el sol estaba cayendo cuando yo entraba por un camino de tierra, del cuál volver tenia claro que no sabía, pero eso es lo que quería, quería perderme.
Decidí parar al lado de una pequeña playa, vacía. Retiré las llaves, el rugir de la moto que me había acompañado casi sin cesar desde que salí había parado, ya casi no recordaba el silencio sin él. Se escuchaban pájaros, y el vaivén de las olas rompiendo sobre la costa, dejé el casco colgando del manillar, me quite las botas, y ande descalzo por aquella pequeña cala playera, sintiendo como la arena me hacía cosquillas en los pies. Necesitaba esto, el estar sólo, perdido, como en otro mundo, alejado del ruido, de la rutina, alejado de los problemas y de recuerdos, alejado de todo, sólo yo... ¿sólo Yo? Cometí un error.
Pensé en ella, así es. Me saqué del bolsillo la carta, esa carta que leía por las noches para poder dormir pensando en ella. Me mordí el labio al desdoblarla, y todos aquellos recuerdos que me dejé en la carretera, hasta llegar aquí, volvieron. Me acordé, que aquella vez que dije de escapar no lo hice en singular.. dije escaparnos, perdernos, alejarnos de todo; Nosotros.
Agarré la arena como si fuese su mano, y cerré los ojos como solía hacer antes de que me susurrase algo al oído, pero sólo escuche a las gaviotas, y los granos de arena se resbalaban entre mis dedos. El atardecer se me echó encima, como se me echó todo de nuevo...
Me levanté, arranqué, y me lleve toda la noche para encontrarme, para volver de aquello a lo que había huido, porque a veces, es mejor afrontar las cosas, que huir de ellas.
me había sentido libre, sí, me había servido de mucho mi aventura hacia la nada, hacia donde quise llegar sin quererlo, me sirvió para despejarme para airearme, pero también me di cuenta que eché de menos ese nosotros, y ahora mismo me disponía a recuperarlo, a ir a por ti y decir: Vamos a escaparnos.
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